07.23 — Open Air Culture
Desde el sueño hasta la concentración, pasando por el apetito y la temperatura corporal, cada uno de estos aspectos está regulado por secreciones hormonales, fruto de la relación entre el ser humano y el entorno exterior.
En particular, la luz y la oscuridad son responsables de regular el ciclo circadiano, ese extraordinario mecanismo evolutivo que cada 24,5 horas sincroniza los ritmos fisiológicos del cuerpo humano. Un descubrimiento que en 2017 fue galardonado con el Premio Nobel y que hoy dirige la mirada al mundo de la arquitectura.
En 2017, los investigadores estadounidenses Michael Rosbash, Jeffrey Hall y Michael Young ganaron el Premio Nobel de Medicina gracias a su descubrimiento sobre el funcionamiento del ritmo circadiano: un reloj biológico interno de cada ser vivo que, en armonía con el movimiento de rotación de la Tierra y la consiguiente alternancia entre luz y oscuridad, se reinicia cada 24,5 horas, determinando la actividad fisiológica del ser humano. Un año más tarde, Pratic decide reunir los estudios internacionales más recientes en la materia, haciéndolos confluir en el terreno común del diseño. Nace de esta forma Healthy Lighting – Semiosi della Luce (Semiosis de la Luz), el primer estudio neurocientífico realizado por la empresa, con el objetivo de comprender cómo el uso de la luz natural en arquitectura puede mejorar el bienestar psicofísico de cada uno de nosotros.
Para encontrar el origen de este vínculo, es necesario retroceder en el tiempo, cuando el ser humano aprendió de forma completamente espontánea a sincronizar los ritmos fisiológicos de su cuerpo con la rotación del planeta. Un proceso evolutivo que fue posible gracias a la presencia de luz y oscuridad, cuya alternancia determina el principal indicio sobre el cual se regula el ritmo circadiano. Sin embargo, cuando estos indicios faltan o son modificados artificialmente, el ser humano altera su ritmo natural, adoptando un nuevo ciclo de 30-36 horas (20 de vigilia y 16 de sueño) que, al perder la alineación con el ritmo circadiano, puede conducir a la aparición de trastornos físicos y del estado de ánimo.
También en la arquitectura, la luz natural mejora el bienestar psicofísico.
Entre las interferencias más comunes del ciclo circadiano encontramos la luz artificial, en particular la luz de espectro azul típica de tabletas, ordenadores y televisores, cuyo uso en las horas nocturnas altera significativamente nuestro proceso de sueño/vigilia.
La exposición a una luz LED estimula el rendimiento cognitivo y mejora el estado de alerta, con la consiguiente disminución de la fase REM durante el sueño. Esto se debe a que nuestros ojos son sensibles a la longitud de la luz, afectando al ritmo circadiano. La luz fría, de longitud de onda corta (aproximadamente 460 Nm), actúa como un supresor de la liberación de melatonina. Bastan dos horas de exposición a estas ondas de luz para registrar una disminución del 60 por ciento en el nivel de melatonina, cuya producción generalmente se ve favorecida por la ausencia de luz.
Un aspecto que no solo afecta a la calidad del sueño, sino que también tiene implicaciones más amplias. Una producción adecuada de melatonina puede contrarrestar los procesos de carcinogénesis, actuando como un valioso barrendero de especies reactivas de oxígeno, cuya propagación se vería favorecida sin la intervención de la melatonina, como lo demuestran los datos de incidencia tumoral en trabajadores nocturnos.
La necesidad de tener oscuridad durante la noche coincide con la necesidad de disfrutar de la luz natural durante las horas del día, destacando la importancia de disponer de ambientes luminosos y abiertos al exterior tanto en contextos domésticos como públicos y laborales.
En 2006, un grupo de científicos inició una investigación con el objetivo de comprobar la conexión entre la presencia de luz en ambientes de trabajo cerrados y el estado de ánimo. El resultado del estudio demostró que el efecto beneficioso sobre el estado de ánimo no es el aumento de la iluminación artificial, sino la presencia de luz natural. Tanto es así que, por lo general, para satisfacer las necesidades de los empleados, la superficie de las oficinas debe estar acristalada en al menos un 20 por ciento. Las oficinas «búnker» y desprovistas de luz conducen a la alteración del ritmo circadiano, así como a la posibilidad de desarrollar sensaciones de malestar psicológico o patologías relacionadas con un disfrute limitado de la luz natural.
El sol es un excelente aliado del bienestar físico: la exposición a la luz solar es la única forma de sintetizar la vitamina D de la que dispone el cuerpo humano, que se beneficia a través del desarrollo de los huesos y el fortalecimiento del sistema inmunológico. En verano, bastarían entre 6 y 8 minutos de sol para asimilar un aporte adecuado de vitamina D, mientras que en invierno son necesarios entre 7 y 40 minutos. Un dato que a primera vista podría parecer accesible, pero que en realidad resulta cada vez más difícil de alcanzar a causa de los ritmos de vida modernos.
La evidencia científica permite identificar fácilmente los espacios abiertos como el entorno privilegiado para el reequilibrio del ritmo circadiano. La alternancia entre la luz y la oscuridad permite la realineación con los ciclos naturales de la fisiología humana, volviendo imprescindible recurrir a arquitecturas «open air».
Entonces, ¿cómo llevar estos beneficios al interior de arquitecturas cerradas y cubiertas? Un excelente ejemplo es la pérgola: una estructura protegida y, al mismo tiempo, capaz de capturar la luz natural en la integridad de sus ondas direccionales –horizontales, verticales y diagonales– para aprovechar al máximo sus beneficios.
Sobre el plano vertical, la pérgola puede contar con grandes cerramientos acristalados que se configuran como elemento de límite interno, que encierra al individuo en un espacio seguro. Al mismo tiempo, la posibilidad de equiparse con una cubierta modular permite que estas estructuras al aire libre se abran a la luz cenital y diagonal, ambas muy efectivas para influir en el ritmo circadiano. Esto se debe a que el desplazamiento de este a oeste de la luz solar permite percibir el movimiento rotatorio terrestre, aportando también gran dinamismo y confort a la estructura.